martes, 30 de septiembre de 2008

Yo soy antinuclear

Greenpeace. Yo soy Antinuclear

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lunes, 29 de septiembre de 2008

ETA es, a la vez, una maldición y un fracaso.

(Aparecido en Público el 23 de septiembre de 2008)

ETA padece desde sus inicios un mal endémico: la inconsistencia de su mando, al que los aparatos estatales de represión –no sólo el español– hostigan y neutralizan con creciente eficacia, obligando a la organización a cambiar cada dos por tres de equipo dirigente. En cuanto una promoción de jefes empieza a adquirir una cierta experiencia y algún conocimiento de por dónde va la realidad, se ve desarticulada, con lo que pasa a ser sustituida por otra más joven y más tosca, que ni sabe ni quiere saber de qué va la vida y cuál es la auténtica relación de fuerzas que afronta. El mismo ciclo se reproduce una y otra vez. Es un continuo volver a empezar.


Los republicanos irlandeses huyeron de ese peligro sometiendo a su brazo armado (el IRA) al control de su brazo político (el Sinn Féin). Los activistas podían ser detenidos y encarcelados, pero el mando político, predominante, se mantenía. E iba madurando. Y asumiendo sus limitaciones. Se atuvieron a la consigna del joven Mao Zedong: “Hay que poner la política en el puesto de mando”.

En Euskadi todo ha venido funcionando al revés. Cada vez que la dirección de ETA es asumida por una nueva hornada de militantes novatos, volvemos a toparnos con la misma estrategia, tan cruel como torpe. Creen que matando y sembrando el terror van a conseguir convertirse en insoportables y que eso obligará al Estado a ceder. No se dan cuenta de que cuando la clase política española los califica de “insoportables” lo hace de manera meramente retórica. Por brutal que resulte decirlo, son soportables. Indignantes, pero soportables. Nada de lo que hacen tiene fuerza suficiente como para obligar al Estado español a variar de rumbo.

Alguien sentenció que ETA es para el Estado como una úlcera, porque le molesta y le duele, pero no amenaza su existencia. Para mí que ni eso. La violencia de ETA lacera a sus víctimas directas, y a muchos más, por simpatía, pero al Estado, en tanto que tal, ni lo roza. Y además le da pretextos para endurecer posiciones y leyes en contra de muchos otros que jamás han empuñado una pistola, pero que le causan más problemas.

ETA es, a la vez, una maldición y un fracaso.


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domingo, 28 de septiembre de 2008

La falsa relación causa-efecto

Por Oscar Arenas

EN tiempo de crisis económica, las miradas de algunos representantes políticos e institucionales parecen haberse vuelto hacia la población inmigrante, a juzgar por las declaraciones que salpican los medios españoles en las últimas semanas. Desde CITE-CC.OO. Euskadi, observamos con creciente preocupación el tono y contenido de estas manifestaciones y pseudo propuestas que cargan de manera totalmente innecesaria, desacertada y populista contra la población inmigrante.



Del maniqueo y falso binomio inmigración-delincuencia que aún hay quien se empeña en sostener sin la menor vergüenza, gracias a algunos alquimistas de la retórica hemos pasado a una nueva e igualmente falsa relación de causa-efecto: inmigración-crisis económica.

Se veía venir, a juzgar por la campaña electoral atroz en materia de inmigración y las medidas ya aprobadas o propuestas, tanto a nivel europeo como estatal. Pero lo de las últimas manifestaciones roza el descalabro político y social, cuando se señala directamente que la inmigración es uno de los elementos de la ecuación en la crisis económica, que la solución al problema del paro pasa por cerrar las puertas del país, o que para que todos los parados españoles puedan cobrar sus prestaciones por desempleo, incluso cuando no les corresponda, los inmigrantes sin trabajo tienen que hacer las maletas y largarse, y menos chupar del bote, que es lo que vino a decir el señor Rajoy. Y ni siquiera pestañeó.

Nuestras puntualizaciones desde CITE-CC.OO. Euskadi no son nuevas, pero ante la machacona insistencia de nuestra clase política de jugar la carta del populismo más desaforado nos repetiremos cuantas veces sea necesario.

En primer lugar, lo más básico: la dignidad humana. Las cifras de población inmigrante, las tasas de paro, la distribución por sectores…, ya sean grandes, medianas o pequeñas, con las que juegan políticos y analistas son personas. Ni bultos, ni cosas, ni máquinas. Personas. Son, además, trabajadores que desarrollan sus actividades laborales, que contribuyen a la Seguridad Social y que pagan sus impuestos.

Y esto lo recordamos porque en la eterna discusión sobre las medidas para gestionar la denominada inmigración irregular, en demasiadas ocasiones olvidamos que la mayor parte de la población inmigrante tiene permiso de residencia o de residencia y trabajo. Y quien carece de autorización es por motivos ajenos a su voluntad, no porque quiera autocondenarse a la irregularidad administrativa y al trabajo en el mercado sumergido. Lo menos que hay que pedir a nuestros representantes políticos e institucionales es el respeto hacia esas personas, que nunca debieran ser tratadas como meras bazas electorales.

En consecuencia, las manifestaciones, propuestas de medidas, etc., deben basarse en datos y en argumentos razonados (y razonables). Los discursos vacuos, basados en la ausencia de datos o datos sesgados no hacen sino echar más leña al horno social, que desde luego ahora mismo no está para bollos. Puede que utilizar la inmigración como chivo expiatorio en los discursos salga gratis y tenga una cierta rentabilidad electoral, pero socialmente puede salir muy caro a corto, medio y largo plazo. Sembrar desconocimiento, intolerancia e incluso en algunos casos xenofobia nunca podrá traer nada bueno.

Conviene señalar que la actual situación de crisis hunde sus raíces en la coyuntura económica mundial, como buen hijo bastardo e indeseable pero lógico de la globalización neoliberal. Atacando la misma con soluciones localistas disparatadas, populistas y poco razonables difícilmente aflojaremos el nudo que tenemos en el cuello. Las medidas que se propongan debieran tener siempre en cuenta ese macroescenario en el que nos movemos. Si queremos ser demagogos, culpemos de la crisis a los bancos estadounidenses pero nunca a los inmigrantes, que sufren esta crisis más aún que las autóctonas, soportando la carga añadida de una culpa que no les corresponde.

De igual manera, a la hora de plantear medidas es inexcusable que las mismas sean tratadas y consensuadas con los agentes sociales. No debieran repetirse actuaciones decimonónicas como la de reunir a la Comisión de seguimiento del Diálogo Social, y a la salida y de espaldas a ella y con una total falta de respeto hacia quienes la componen, anunciar una medida de profundas repercusiones humanas, sociales y laborales.

Groucho Marx dijo una vez: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados". Parece que ahora hay quien se empeña en darle la razón.

* CITE-CC.OO. Euskadi (Centro de Información al Trabajador Inmigrante)

Enlace con un video muy interesante

http://es.youtube.com/watch?v=UUMOzhmo9do&eurl=http://ibasque.com/extranjeros-un-corto-inolvidable-de-erez-tadmor-y-guy-nattiv

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