domingo, 22 de febrero de 2009

Los anticapitalistas comen terreno a los socialistas franceses



El radical Besancenot desbanca en un sondeo a Aubry, la nueva líder del PS



ANTONIO JIMÉNEZ BARCA - París - 22/02/2009 EL PAIS

Días después de que Ségolène Royal perdiera la elección a secretaria general del Partido Socialista (PS) francés frente a su oponente Martine Aubry, un amigo y militante de su corriente se le acercó y le dijo: "De todas maneras, Ségolène, esto habría sido un infierno. Si hubieras resultado elegida, ellos te habrían hecho la vida imposible. Mira el nivel de odio. Ellos no te habrían dejado respirar ni un minuto".

El socialismo sigue noqueado en Francia y desde 1988 no gana unas presidenciales
Ellos, naturalmente, no son los miembros de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de centro-derecha del presidente Nicolas Sarkozy; ellos son los compañeros socialistas con los que se enfrentó en la votación. El párrafo no lo filtró tampoco un miembro de la derecha, naturalmente. Pertenece al último libro de Royal, titulado Femme debout (Mujer en pie).

El PS quedó literalmente partido en dos la noche del 22 de noviembre de 2008 en la que, tras un recuento interminable, Aubry se impuso a la ex candidata presidencial Royal por una diferencia ridícula de 42 papeletas en una votación en que participaron más de 130.000 militantes. Aubry se hizo esa noche con un triunfo amargo, cuestionado, conseguido después de un congreso fracasado e inútil y de varias semanas extenuantes utilizadas por todas las corrientes para martillear a las facciones enemigas.

Desde entonces el Partido Socialista, que no gana unas elecciones presidenciales desde 1988, avanza noqueado, intentando recomponerse la cara de los tortazos que se ha dado a sí mismo. Con todo, Aubry ha comenzado a dirigir una oposición centrada en la crítica de la gestión de las medidas anticrisis aprobadas por Sarkozy. En los últimos días, además, hay intentos de aproximación entre las dos corrientes, irreconciliables hace meses. Pero hay un dato revelador que hunde a los socialistas franceses en los más oscuros pronósticos: según un sondeo reciente, los franceses consideran a Olivier Besancenot, el dirigente del Partido Anticapitalista, el mejor opositor político al presidente Sarkozy. El 23% de los encuestados así lo afirmó. Bastante por encima de Aubry (el 13%) y Royal (el 6%).

Así, por un lado, este cartero mileurista admirador del Che y los zapatistas y que propugna sin ningún empacho y sin miedo a parecer rancio la nacionalización de la banca o la lucha de clases, está mordiendo a la izquierda del PS y se consolida como atípico líder de una izquierda francesa descabezada y desconcertada.

Por otro, a pesar de los intentos de Aubry, la protesta callejera consecuencia del malestar social que genera la crisis la están organizando y monopolizando los sindicatos, y no el PS. El pasado 29 de enero las centrales sindicales fueron capaces de movilizar a más de 1,5 millones de personas. Aubry y sus colaboradores asistieron... como invitados.

EL PERSONAJE: OLIVIER BESANCENOT LÍDER DE LA IZQUIERDA RADICAL FRANCESA
El nuevo «enfant terrible»

JUAN PEDRO QUIÑONERO | PARÍS. ABC.
Domingo, 22-02-09

Olivier Besancenot, fundador del recién creado Nuevo Partido Anticapitalista en Francia es un líder joven y carismático que se ha convertido en el fantasma que inquieta a los dinosaurios socialistas, comunistas y conservadores del Partido Socialista.

«Yo no soy un Le Pen de extrema izquierda. Yo soy un militante revolucionario, consagrado a la destrucción pacífica del capitalismo. Se equivocan quienes dicen que soy el mejor aliado objetivo de Nicolas Sarkozy. La izquierda liberal se pierde sola cuando sigue el camino de la derecha...».

Olivier Besancenot (Levallois-Pérret, 1974), hijo de profesores, licenciado en historia, cartero profesional, se ha convertido con ese lenguaje en el fantasma que inquieta al PS, la estrella emergente de los programas de variedades con «vocación social».

«El Nouveau Parti Anticapitaliste (NPA) que hemos fundado no pactará nunca con el gran capital. Nosotros pedimos una subida masiva del salario mínimo, inmediata; la construcción masiva de pisos para los pobres; el abandono inmediato de la energía nuclear...» repite Besancenot, recordando el principio fundacional del NPA recién fundado, con 9.000 militantes: «Nosotros tenemos una orientación revolucionaria. Hay que fundar otro Estado, controlado por los trabajadores».

Con ese discurso, Besancenot consiguió 1 millón 200.000 votos (4.25 %) en las presidenciales que dieron la victoria Nicolas Sarkozy (2007), para convertirse con relativa rapidez en un personaje más o menos carismático.

Se licenció en historia. Para convertirse pronto en responsable de la comunicación de Alain Krivine, secretario general de la difunta Liga Comunista Revolucionaria (LCR), cuando era eurodiputado. Víctima la familia trostkista de tres o cuatro escisiones, Krivine decidió pasar el testigo a su adjunto. Besancenot abandonó su carrera de burócrata trostkista, encontró a la mujer de su vida y se consagró a la política revolucionaria, sin abandonar su trabajo de cartero en la rica ciudad de Neuilly, donde se gana la vida laboriosamente (unos 1.000 euros mensuales), de lunes a viernes.

Ante la sopa de letras de tres o cuatro partidos trostkistas, el dúo Krivine / Besancenot tuvo la idea genial: enterrar la LCR y crear un nuevo partido, el NPA, cuya política reposa esencialmente en la imagen y retórica de Besancenot: el primer líder de extrema izquierda que pasa regularmente en todas las grandes emisiones de variedades, aportando una nota de color, y entonando la lucha de clases.

Besancenot maquilla la reciedumbre de su discurso político con un look moderno: buen corte de pelo; camisetas blancas sin cuello ni mangas; vaqueros; ademanes líricos... «No quiero saber nada de las difuntas burocracias comunistas. Yo defiendo el socialismo ecológico, feminista, anti globalización, anticapitalista. Estoy con los jóvenes, con los huelguistas que nos dan ejemplo de lo que hay que hacer para acabar con el Estado capitalista».

Fin de la izquierda tradicional

La crisis en curso, a juicio de Besancenot, anuncia el fin de los partidos de izquierda tradicionales (PS y PCF). Y él es el único político profesional que está en todas las manifestaciones de protesta. Su imagen de joven serio, grave, una brizna retórico, pasa bien en los telediarios, a los que aporta una imagen menos convenida que los dinosaurios socialistas, comunistas y conservadores.

Su compañera y madre de su hijo aporta al nuevo líder la imprescindible cobertura «comunicacional». Ella, Stéphanie Chevrier, es directora literaria en una editorial importante. Se trata de una ayuda preciosa: en menos de dos años se han publicado media docena de libros consagrados a su hombre y sus ideas, con las consiguientes entrevistas.

Hay quienes piensan que la ascensión de Olivier Besancenot es pan bendito para Nicolas Sarkozy. De hecho, el presidente de la república también lo piensa, y le habría comentado a François Hollande, ex primer secretario del PS, ex de Ségol_ne Royale: «Durante veinte años, la derecha sufrió de la existencia envenenada de la extrema derecha de Jean-Marie Le Pen. Eso se acabó. Ahora os toca a vosotros sufrir los estragos de Olivier Besancenot».


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