domingo, 11 de mayo de 2008

Canto para todos los que desaparecieron en las cunetas.

Sartaguda homenajea a 3.240 fusilados en un acto masivo, menospreciado por UPN-PP

Las adversas condiciones climatológicas no fueron ayer obstáculo para que miles de personas procedentes de distintos lugares de Euskal Herria y del Estado acudieran a Sartaguda para la inauguración del Parque de la Memoria, que recuerda y homenajea ya a todos los represaliados tras el golpe de Estado de 1936. Cientos de ikurriñas y banderas republicanas presidieron el evento, en un día de emociones que se desbordaron en algunos momentos.




Asier VELEZ DE MENDIZABAL | SARTAGUDA (GARA)


«Parece que nuestros familiares también se han emocionado hoy, y no dejan de llorar», comentaba ayer la presidenta de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra, Mirentxu Aguirre, a las cerca de 6.000 personas que, paraguas en mano, se congregaron bajo el escenario colocado para la inauguración del Parque de la Memoria de Sartaguda.

Ayer, el día en el que se inauguraba oficialmente el lugar 72 años después de la masacre, la fuerte y persistente lluvia no dio tregua a los asistentes, pero no impidió que las previsiones de los organizadores se vieran desbordadas y los accesos a este municipio fronterizo entre Lizarraldea y la Ribera navarra, de cerca de 1.300 habitantes, quedarán totalmente colapsados.

Miles de personas, muchas de ellas familiares y descendientes de fusilados, venidas de diversos puntos del Estado y de toda Euskal Herria, no quisieron perderse la inauguración de este parque construido a la entrada del pueblo sobre 6.000 metros cuadrados. Cuenta con tres esculturas hechas por Joxe Ulibarrena, José Ramón Anda y Nestor Basterretxea, y con un gran muro en el que pueden leerse los nombres de 3.420 ejecutados en el herrialde por los fascistas.

Atrás quedaban 72 años de espera, y ocho de trabajo, los que han pasado desde que la idea de crear un lugar físico para la memoria surgió de la mente de Joxe Ulibarrena, que propuso a los vecinos del lugar levantar una escultura que reflejara el horror acontecido en aquellos días. Así, basándose en el fusilamiento de tres jóvenes en la Vuelta del Castillo de Iruñea que él mismo presenció cuando tenía once años, creó una gran escultura de metal en la que se refleja el abrazo de estas tres personas en el momento que son abatidas.

Y es que Sartaguda -donde el alcalde, José Ramón Martínez, expulsado del PSN, gobierna gracias al apoyo de la izquierda abertzale- es un municipio marcado por su pasado. El llamado «pueblo de las viudas» fue sin duda el municipio más castigado por las tropas fascistas que se sublevaron el 18 julio de 1936. Casi toda la población masculina de izquierdas fue aniquilada. Perdieron la vida 86 varones, desde adolescentes de 16 años hasta veteranos de 54.

El comienzo del acto estaba previsto en un principio para las 12.30, pero tuvo que retrasarse media hora debido a las largas retenciones de tráfico.

Diversas intervenciones

El actor José María Asín fue el encargado de presentar y conducir el acto. Lo hizo leyendo la declaración institucional aprobada por el Parlamento de Nafarroa en 2003, en el momento en que hizo su primer reconocimiento oficial a los fusilados. La Cámara otorgó en su día una subvención de 250.000 euros para este proyecto, y el Gobierno español ha abonado otros 120.000. Pero el parque es fruto de un gigantesco auzolan. Asín destacó las aportaciones de particulares, colectivos, asociaciones y más de 80 ayuntamientos de sensibilidades políticas diversas.

Le sucedió en la tribuna el historiador y escritor Roldán Jimeno, hijo del fallecido historiador navarro José María Jimeno Jurío, que realizó un extenso repaso a los fusilamientos acontecidos tanto en Nafarroa como en La Rioja, al tiempo que recordó todo el trabajo realizado por su padre para esclarecer y sacar a la luz informaciones acerca de las matanzas.

Posteriormente, tras un aurresku muy sentido y las actuaciones de la Coral Ereintza de Lizarra y los joteros de Sartaguda, tomó la palabra el vecino de 72 años Julio Sesma, portavoz de la Asociación Pueblo de las Viudas e hijo de un fusilado. Sesma reconoció que se han visto superados por «la inmensa cantidad de apoyos que hemos recibido», y resaltó el hecho de que «gente de muy diferente ideología» haya apoyado y respaldado la iniciativa de crear un lugar para el recuerdo de las víctimas de la represión fascista.

«Con la guerra todos perdimos, y por ello esperamos que este parque sirva para que las nuevas generaciones siempre tengan presente la barbarie que aquí se cometió y no nunca se repitan los mismos errores», resumió Sesma ante las miles de personas congregadas.

UPN, el único ausente

Como estaba previsto, al acto asistieron multitud de representantes de diferentes partidos políticos de Nafarroa, así como cargos institucionales. Pero ningún miembro representativo de UPN ni del Gobierno navarro se acercó ayer hasta Sartaguda. Así, entre muchos otros, se pudo ver al presidente de EAE-ANV, Kepa Bereziartua, Txarli González, Arantxa Urkaregi o Mariné Pueyo por parte de la izquierda abertzale; Uxue Barkos y Ioseba Eceolaza, de Nafarroa Bai; la presidenta del Parlamento y líder provisional del PSN; Elena Torres; o la nueva delegada del Gobierno español en el herrialde, Elma Sáiz, y su antecesor, Vicente Ripa.

El alcalde de Sartaguda, José Ramón Martínez Benito, que fue el último en intervenir, resaltó que la muerte de los 86 vecinos de Sartaguda no resultó en vano, ya que «gracias a que sus descendientes no la hemos olvidado, y en pleno siglo XXI siguen más vivos que nunca».

En ese sentido, quiso enviar indirectamente un mensaje a la actual dirección del PSN al asegurar que todas aquellas víctimas «han tenido mucho que ver para que yo ahora sea alcalde», aunque «algunos no quisieron enterarse de ello».

Una vez finalizadas las intervenciones, y todavía bajo una insistente lluvia, se llevó a cabo la ofrenda floral en el panel donde figuran los nombres de todos los fusilados. Emocionados ancianos, y también cientos y cientos de jóvenes, honraron allí a sus familiares, ante el aplauso de todos los presentes. Las lágrimas corrieron sobre todo ante el muro en el que todos buscaban los nombres de sus convecinos o de sus antecesores directos, a quienes en la mayoría de los casos ni siquiera pudieron conocer. Y es que ayer, en Sartaguda, los asesinados lloraban en forma de lluvia desde el cielo, mientras que sus familiares lo hacían con lagrimas en la tierra.


Canto para «todos los que desaparecieron en las cunetas»

El concierto que puso final a la jornada de recuerdo blandió banderas, levantó puños, derramó lágrimas, recuperó memorias, todo ante un público entregado que acabó coreando «el canto a la libertad».

Joseba VIVANCO


«Mira que llueve en este pueblo, joder. Me parece que los de arriba se han cabreado... aunque tampoco es que nunca les hayamos tenido de nuestra parte», comenzó irónico José Mari Asín su arenga a los cientos de asistentes que no quisieron perderse el postre que, en forma de concierto, cerró la jornada de ayer en Sartaguda. «A los que siguen justificando aquel sistema de terror, que yo conozco un partido que lo hace y que se permite el lujo de dar carnets de demócratas. ¡Tiene cojones la cosa!», prosiguió entre aplausos y como prólogo a la aparición sobre el escenario de Enrique Villarreal ``El Drogas'', quien no vino a cantar, pero sí a contar.

Recibido entre vítores, se caló las gafas -«es la primera vez que lo hago en público», reconoció ante un auditorio que recibió el gesto con risas- y declaró que «ni soy ni quiero ser imparcial». Dedicó un emotivo texto a todas esas mujeres víctimas, de una u otra manera, de aquella persecución fascista, de quienes dijo «seremos su aliento y su rabia». Y se preguntó «¿por qué pasar página, si todavía no nos la han dejado leer?». No olvidó a quienes escriben la historia oficial, en este caso la navarra, como Jaime del Burgo -«padre; que el hijo es el del 11-M», aclaró- . Y se despidió con el clásico «¡Salud y República!».

Le tomó el revelo la música y letra de Bide Ertzean. Dedicaron una de sus canciones a su aitona desaparecido en la contienda. El coro Taller de Kortxeas volvió a levantar al público con ``Grandola, Vila Morena'', la canción que sirvió como señal para el inicio de la Revolución de los Claveles de Portugal, y que puso los primeros puños en alto.

Fueron los mismos claveles que familiares de víctimas, acompañados de la mano por niños y niñas, depositaron delante de la gran pantalla que sobre el escenario mostraba los nombres y apellidos de quienes salpican el muro del Parque de la Memoria. Un instante en el que arreciaron los primeros gritos de ``Herriak ez du barkatuko!'' y ``Jo ta ke, irabazi arte!'', que se repetirían a lo largo de las más de dos horas de homenaje. El silencio que le siguió propició el primer y muy aplaudido irrintzi de la tarde. Sólo la jota navarra compitió con él. La de Ana Carmen Jarauta, de Murchante, que precedió a otro de los momentos álgidos del concierto: La aparición del cantautor navarro Fermín Valencia.

«Esa bandera republicana -señaló a las enseñas tricolores que despuntaban entre el público- fue una bandera de libertad y puede seguir siéndola». Su primera letra la dedicó a Domingo Cáseda, muerto antes de llegar al alto de Loiti; la segunda, a Josefina, a la que mataron a su padre y a su hermana. Una asistencia entregada le obligó a volver al escenario y hacer vibrar más a la gente con el estribillo «Navarra tiene cadenas, por adentro y por afuera, las del escudo son nuestras, las de fuera son impuestas». Al término, Fermín se llevó una de las grandes ovaciones de la tarde. «¡Viva la III República!», gritó alguien.

Y en eso, una tafallesa, Esther Zabalegi, pidió permiso para echar una jota, puño en alto, donde invitó a que «no me vengas a llorar cuando muera, soy viento de libertad». Libertad de independencia y República, «dos palabras que hoy ni siquiera se pueden pronunciar», recordó minutos después Ruper Ordorika, mientras hacía sonar su voz y su guitarra.

Y como colofón, José Antonio Labordeta. Los flashes y las cámaras de los teléfonos móviles se dispararon al unísono. Con un par de canciones se metió a los asistentes en el bolsillo y con el coreado ``Canto a la libertad'' final llevó al público a un último acto de comunión con, dijo, «todos aquellos que desaparecieron en las cunetas».

Por ellos y ellas, ¡salud y República


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