martes, 20 de mayo de 2008

Mayo 68: Entrevista a alain Krivine (dirigente de LCR)

Entrevista a Alain Krivine, dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria (Francia)

"Hay un lugar mayor hoy que entonces para una izquierda anticapitalista"

“En 1968, la extrema izquierda era una pequeña organización implantada entre los estudiantes pero sin ninguna implantación obrera. Hoy es casi lo contrario”.



En Mayo 68, ¿no solo se rebelaron los estudiantes?

Mayo 68, es cierto que en la mayor parte de los países, era una revuelta estudiantil, que se encontraba en la convergencia de dos cosas: de un lado en muchos países la llegada de los hijos de las capas populares a universidades completamente arcaicas, -había una verdadera contradicción en el interior, sobre problemas universitarios- y la segunda razón era la politización extrema de los estudiantes sobre la guerra de Vietnam. Es la convergencia de estos dos factores lo que hace que en Francia, en México y en una serie de países haya una explosión estudiantil. Hubo –para mí es esencial- una explosión obrera que se unió a la explosión estudiantil esencialmente en dos países: en Francia y un poco más tarde en Italia, donde duró un año, lo que se llamó el Mayo rampante. Pero conocieron también una explosión obrera. En Francia, lo que quiero rememorar esencialmente, al margen del movimiento estudiantil que mucha gente ha estudiado, es el hecho de que se tuvo la mayor huelga general que se haya jamás conocido, porque se mantuvo durante más de tres semanas 10 millones de obreros en huelga y la casi totalidad de las fábricas ocupadas, con la bandera roja en las fábricas. Eso es el aspecto esencial.

¿Qué ha pasado con todos esos activistas y dirigentes de Mayo 68? ¿Algunos de ellos como Daniel Cohn-Bendit dicen que gente como tú no ha evolucionado desde entonces?

Una serie de portavoces conocidos del 68, como Jeismar o Sauvageot, han cambiado un poco de campo. En aquel momento creyeron que era una revolución, sin saber demasiado a donde iba. Bendit era más bien libertario y Jossmar más cercano al partido centrista PSU (Partido Socialista Unificado), pero creo que tuvieron muchas ilusiones en las perspectivas del 68. Lo que ocurrió fue que tras el fracaso político del 68 (la sociedad capitalista permaneció), intentaron un poco arbitrariamente resucitar los acontecimientos, justo después del 68, cayendo un poco en el izquierdismo y se apercibieron de que la clase obrera no les seguía, ni en el 68, ni después del 68. Muy rápidamente dedujeron de ello que no había ya clase obrera y que la lucha de clases era finalmente una antigualla, una historia de dinosaurios y se adaptaron al sistema. Daniel Cohn-Bendit -le conocí bien en 1968 y más recientemente en el parlamento europeo- ha conservado buenos restos en el plano de sociedad –antirracismo, antifascismo-, pero en los problemas de fondo, se ha convertido en un liberal. Trabaja hoy con los liberales. Es el adiós a la clase obrera y adiós a lo que era fundamentalmente 1968.

¿Los años 60 eran años de crecimiento del capitalismo, ¿ocurre lo mismo hoy?

Es cierto que en 1968 estábamos en un gran boom económico. Por no dar más que una cifra, no debía haber más de 300.000 o 400.000 parados en Francia. Hoy hay 5 millones. Es el fin de ese boom económico. Tenemos incluso la situación contraria. Hoy la crisis financiera puede ir muy lejos y sobre todo la mundialización hace que actualmente los capitalistas en el marco de una competencia desenfrenada, de una carrera por los beneficios, no den ninguna migaja a los reformistas para hacer reformas. Es lo que explica que los reformistas se social-liberalicen. La socialdemocracia hoy se adapta completamente al capitalismo porque no puede ya hacer reformas, no le dejan ya las migajas. Así pues, hay un cambio radical, lo que explica que haya un lugar mayor hoy que entonces para una izquierda anticapitalista.

¿En 1968 la lucha anticolonial y antiimperialista politizaba mucha gente, ¿ocurre lo mismo hoy?

Es cierto que en 1968, hubo una gran politización que estaba ligada particularmente a la guerra en Vietnam, pero que, en cualquier caso en Francia, afectaba también a una generación que salía de la guerra de Argelia en la que nos habíamos politizado en la ayuda al FLN argelino. La guerra de Argelia y luego la de Vietnam fueron asuntos que tuvieron una importancia enorme. Este tema hoy, por el contrario, es casi más importante, porque la guerra está casi en todas partes. Mucha gente pensaba que con la caída de los países del Este se había acabado y decían “Ahora que ya no hay bloques, ya no hay guerras”. Es exactamente lo contrario, hay más que nunca. Sobre todo hoy con por ejemplo la guerra llevada a cabo por Israel contra el pueblo palestino, la guerra en Irak. La única diferencia es que no nos enfrentamos a guerras de estados contra estados. Ahora son guerras llevadas por los estados imperialistas, sobre todo los Estados Unidos, contra pueblos, no contra ejércitos en tanto que tales y eso hace las cosas aún más complicadas, aún más terribles. Se está en pleno período de guerra. Creo que el movimiento antiguerra puede ser una dimensión y es una de las dimensiones de politización de las nuevas generaciones en el momento actual.

¿Cómo comprender hoy la canalización de la huelga general por el Partido Comunista francés, el PCF?. ¿Es que hoy el PCF y el PS siguen siendo tan hegemónicos o dominantes en la clase obrera como en 1968?

Hay que recordar que en 1968, en Francia en cualquier caso, era el partido comunista el que era completamente hegemónico en la clase obrera. Dirigía totalmente la CGT, el principal sindicato. Por el contrario, el PCF no tenía el control de los estudiantes. Y en cuanto se desencadenó el movimiento, tuvieron una reacción de burócratas estalinistas, tuvieron miedo de un movimiento que no controlaban. Fueron totalmente desbordados. Al nivel de las empresas, el movimiento obrero les desbordó muy rápidamente, pero allí lograron sin embargo guardar un poco el control. Por ello, la unión estudiantes-obreros tuvo lugar en la calle. Fue simbólica, pero no fue profunda. Para dar solo un ejemplo: cuando supimos que la huelga se desencadenaba en Renault-Billancourt -30.000 obreros, el centro neurálgico de la clase obrera francesa-, fuimos en manifestación varios miles, fuimos acogidos por una fábrica silenciosa en la que todos los obreros estaban en los tejados y las ventanas, pero ni un solo aplauso.

En sus cabezas, estaba la propaganda estalinista: “llegan los pequeñoburgueses izquierdistas, aventureros”. Sobre todo al comienzo del movimiento. Estuvieron completamente superados por el movimiento. Desde un cierto punto de vista, salieron del apuro, porque cuando el problema del poder se planteó, un día o dos, al final del movimiento, cuando De Gaulle fue a Alemania, los obreros se volvieron hacia los estudiantes pero no tenían ninguna confianza en los dirigentes estudiantiles, para tomar el poder. Se volvieron hacia su partido que no tenía en absoluto ganas de tomar el poder sobre la base de una huelga general y fue De Gaulle quien tuvo el genio de comprender que el PCF no quería tomar el poder y anunció elecciones. El PCF dijo inmediatamente: “Si, si a las elecciones”, lo que era una forma de enterrar en las urnas un movimiento extraparlamentario.

Las capas medias que se habían unido a la clase obrera, viendo que no había ningún espacio de ese lado, volvieron a posiciones anteriores de defensa del orden, de la seguridad y eso lo movió todo a la derecha. Por el contrario, lo que es curioso, es que el PCF no pagó en el momento mismo, digamos, de su traición. Ha sido mucho más tarde, incluso estos últimos años, cuando ha habido un giro total y se ha dado cuenta de que el comienzo de su ruptura con la juventud y la clase obrera fue su incomprensión de 1968. Tienes pues un cambio total de la situación. Antes se decía: “Cuando se es de izquierdas, se vota comunista”. Ahora, el voto “útil”, que es inútil para mí, pero útil institucionalmente, no es ya el partido comunista, sino el partido socialista, pero que tiene él mismo lazos esencialmente electoralistas con la clase obrera.

Así pues hay un vacío total hoy, que nos incita a pensar que es preciso hacer un mayo 68 en otrs condiciones, que triunfe. Tenemos una burguesía que ataca como nunca, que destruye las conquistas sociales. Tenemos una izquierda tradicional que está desacreditada, principalmente el partido comunista que está casi desapareciendo incluso si no hay que considerar que ha desaparecido. Y luego se tiene toda una generación que quiere luchar, que no se reconoce en la izquierda tradicional y que está huérfana de una izquierda capaz de responder verdaderamente a esos objetivos, a esas preocupaciones, es por ello que desde un cierto punto de vista, se tienen a la vez más razones de rebelarse hoy que en 1968, pero se tienen hoy sobre todo muchos más medios. La extrema izqueirda era una pequeña organización implantada entre los estudiantes, pero sin ninguna implantación obrera, y hoy es casi lo contrario.

Mayo 68 daba nacimiento a grupos revolucionarios trotskystas, maoístas y de otros tipos. Hoy bastantes de esos grupos han desaparecido, otros se han transformado. Hoy, en 2008, no es ya la identidad trotskysta o maoísta lo que es determinante. Se dice marxista o anticapitalista. ¿Qué queda hoy todavía del espíritu de 1968?

La extrema izquierda en 1968 era el producto de un período. 1968 era un período bisagra entre un viejo movimiento obrero, que se manifestó con la bandera roja, las barricadas, la Comuna de París, la clase obrera, la Internacional y del otro lado el nacimiento de lo que se llamaría hoy un nuevo movimiento social con reivindicaciones que van a estallar tras mayo 68, pero que están en germen en 1968. Además de las reivindicaciones tradicionales de la clase obrera, están reivindicaciones de los inmigrantes,de las mujeres, de los homosexuales, de los sin techo etc, un nuevo movimiento altermundialista. La gran diferencia con hoy es que en 1968, en el patio de la Sorbona, había retratos de Mao, Lenín, Marx, Stalin, Trotsky. Mira las manifestaciones de jóvenes de hoy, no hay ya ningún retrato. No hay ya ninguna referencia, ni a la revolución rusa, ni a los grandes dirigentes. El único que persiste aún en las camisetas es el Che Guevara, es todo. Así pues no es ya en absoluto la misma forma de politización. Así que tenemos hoy una nueva izquierda anticapitalista que no toma las formas de los grupos de extrema izquierda muy delimitados programáticamente, teóricamente, trotskysta, maoista etc., es una izquierda que quiere romper con el capitalismo. Es una generación que quiere combatir, que rechaza las traiciones o las claudicaciones de la izquierda tradicional y que quiere construir una izquierda radicalmente anticapitalista.

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