Es bien sabido que la violencia no tiene principio ni fin, para corroborar esto solamente hay que echar un vistazo a un periódico cualquier día de la semana para encontrarnos con diferentes modos de violencia, desde los insultos entre los políticos, hasta la violencia de algún homicidio, pasando por las guerras interminables. Revisando la historia aparecen todo tipo de suplicios, algunos más refinados que otros, que nos hacen pensar en que hay algo en la condición humana que lleva a aniquilar al semejante en tanto es diferente
En todas las culturas, épocas y países, la mujer ha sido maltratada, subyugada, en mayor o menor medida, siendo en las últimas décadas cuando se ha comenzado a considerar un problema grave, con una importante repercusión en la Sociedad, y por tanto necesario de legislar.
Desde el origen de la humanidad ha habido una dominancia del hombre sobre la mujer (el hombre traía la comida, iba a la guerra, tenía acceso al saber, al poder, a las armas y la mujer quedaba relegada a los cuidados de la familia y el hogar en lo que podemos llamar una “servidumbre real”. Atrapada entre la naturaleza, que le da la capacidad de procrear, y la cultura que se desarrollaba frente a ella, se ve obligada a la renuncia y al sacrificio de sus deseos. Esta “ética de los cuidados” será trasmitida como ideales femeninos de madres a hijas, con todo el peso que suponen los ideales, y habrán de pasar siglos, hasta las sufragistas inglesas, para que tenga voz y voto y forme parte del intercambio y la plusvalía del progreso, aun así siguen siendo victimas, objeto, de maltrato. En un informe reciente de Amnistía Internacional sobre “la violencia sobre las mujeres en los conflictos armados” se señala que esta se comete no solo durante y después del conflicto sino antes, señalando algunos autores que un nivel creciente de violencia contra las mujeres podría servir de alerta de un posible conflicto. (Os recomiendo el documental “invisibles” sobre testimonios de mujeres violadas en un país en guerra). No deja de sorprender que en el punto más destructivo del hombre como es el de la guerra, el cuerpo de la mujer sigue siendo un motín muy preciado en los saqueos.
La emancipación de la mujer y su entrada en el mercado laboral tras la revolución industrial ha movido los cimientos de la sociedad occidental cuestionando la dominancia masculina. Los valores socioculturales son importantes a la hora de definir lo que se conoce como “violencia estructural” de una cultura, el famoso machismo del que España tanto padece. Hay un estupendo capítulo en “Historia de las mujeres” (Taurus) escrito por Bussy titulado: “Mujeres de España: de la república al franquismo” que da buena cuenta del retroceso de la mentalidad española a los manuales de finales del siglo XIX cuyo ejemplo más conocido era “Principios de urbanidad y decoro propios del bello sexo en verso castellano” de Colina. Este texto ilustra muy bien como se ensalza a la mujer para someterla mediante la sutil manipulación del uso de metáforas tales como: “Ángel del hogar”, “sacerdotisa del templo”. No hace falta trasladarse tan lejos en el tiempo para tener ejemplos de esta estrategia de adular para someter. Hay un terrible testimonio escrito con el seudónimo de Pilar Zubiaur (“Gritos silenciosos”) de cómo ha de ser una mujer diez, quien fue sometida a palizas brutales durante años y que paso a leeros : “Tendrás que ser la mujer perfecta para que yo pueda llevarte orgulloso a los actos sociales que mi trabajo requiere ¿Qué quiere decir eso?, que jamás deberás pasarte de lista dando tus opiniones sin que nadie te las haya pedido, y si lo hacen, contestarás siempre lo más prudente y de manera escueta. En cuanto al tono de tu voz, tiene que ser femenino y evitar estridencias, y esto no lo digo para veladas o actos sociales, sino que permanentemente vigiles tu risa, porque debe ser discreta y encantadora” …….Esto es lo que le pide su torturador, una especie de decálogo donde estar disponible para ser Dulcinea o Alonza, la virgen o la puta.
Descripción del fenómeno
Voy a comenzar por definir a que llamamos, genéricamente, violencia de género: Sería toda aquella violencia dirigida a las mujeres con el objeto de mantener o aumentar la subordinación al género masculino. El rasgo fundamental que la define es la necesidad de “control y poder” sobre la víctima. Esta violencia puede ser física, psicológica o sexual. Me parece importante detenerse en la psicológica, que es la primera que se instala, exceptuando en las agresiones sexuales por extraños. Dentro de lo que se entiende por violencia de género, voy a centrarme más en la llamada violencia de pareja hacia las mujeres.
“El señor se acerca a mí, me agarra del cuello, me levanta de la silla y me lleva contra una pared, golpeando mi espalda y mi cabeza contra ella ¿Qué hago contigo, eh?, ¿Qué hago contigo?, exclama una y otra vez mientras me pega. Puñetazos, bofetadas, patadas. Sangro por la nariz. Siento pánico o algo peor que el pánico: pierdo el conocimiento. No sé si por los golpes o porque sufro un colapso mental al no ser capaz de asumir que mi marido me esta propinando una brutal paliza el día de la noche de bodas. ¿Quién puede asumir eso?...” impresionante. Como veis hay mucha dificultad para contar con un testimonio directo.
El maltrato psicológico se va instalando poco a poco, de forma insidiosa y consiste en ir anulando la subjetividad de la víctima mediante insultos, descalificaciones, humillaciones reiteradas, desvalorizaciones permanentes y una culpabilización sistemática (tú no vales, tú no sirves, si me hicieras caso, estas loca, como te vistes así……,). Todo este con el objetivo de producir el aislamiento tanto afectivo, económico, como social. Hay un efecto inmediato de indefensión pero también de dependencia, que deja a la mujer a expensas del hombre.
El daño de este maltrato psicológico es bastante invisible y la mujer tarda tiempo en contarlo, este tiempo es fundamental respetarlo ya que se tiene que sentir acogida y respetada y no juzgada ni muchos menos culpabilizada ante nuestros ojos (no tienes que aguantar, no sigas con él). Por muy incomprensible que nos parezca desde fuera no es sencillo salir de esta situación. Es muy doloroso aceptar el fracaso de un proyecto vital y lo viven como una derrota desoladora que genera vergüenza y culpa (poner en riesgo a los hijos…..), por eso en ocasiones banalizan lo sucedido (perdió los nervios, no es para tanto, me quiere mucho…). Este daño no es sin consecuencias: aparecen síntomas como ansiedad, insomnio, tristeza, irritabilidad, un correlato parecido al Síndrome de estrés postraumático, donde una mirada o el sonido de las llaves al abrir la puerta bastan para desencadenarlo. No es de extrañar que se lo compare con la tortura o el terrorismo.
¿Cómo se gesta una relación violenta? Con la alternancia de conductas de desvalorización y expresiones de amor, incluso trasmitiendo la idea de que ella es imprescindible para el bienestar de él y así se va instalando el ciclo de la violencia que consiste en “acumulación de tensión” donde aparece la hostilidad sin motivo aparente en la que la mujer procura no provocar, no generar ningún conflicto sino todo lo contrario (tranquilizar, evitar discutir….) hasta que aparece “la fase de explosión” donde la agresión ya se hace patente, en estos momentos y no siempre es cuando la mujer sale de su silencio aunque minimizando lo ocurrido ya que no esta preparada para enfrentarse a la situación tan dolorosa (suele refugiarse en la idea que no volverá a pasar, que aunque es un poco agresivo la quiere mucho??). A continuación se produce “la fase de reconciliación o luna de miel” donde hay una indulgencia intermitente y el agresor hace propósitos de enmienda, pide perdón, hace vanas promesas sobre que no volverá a pasar, la seduce con halagos, regalos y por fin la relación sexual hace olvidar el espanto vivido. Es a medida que desaparece esta fase que la mujer va estando más dispuesta a pedir ayuda, incluso a denunciar. Mucho se ha dicho y se ha teorizado sobre el perfil del maltratador y aunque no se puede generalizar os voy a referir tres tipos de un posible maltratador:
1) Hombres hiper-controladores e hiper-controlados: ejercen la violencia como un modo de afirmar su superioridad sobre la mujer así como el derecho de propiedad sobre esta. Cuando sienten que pierden el control pueden tener un importante estallido de violencia después de mucho tiempo contenidos.
2) Hombres emocionalmente inestables: ejercen la violencia como un modo de rechazar su inferioridad, abandono e impotencia. La mujer es su escudo y por eso la necesitan y dependen absolutamente de ella, llegando a matar y matarse si atisban la marcha de esta. Este perfil esta muy bien reflejado en la película de Iciar Boillarín “Te doy mis ojos”. Son los que perpetúan el ciclo de la violencia que antes os comenté.
3) Hombres violentos: se les conoce como cobra y son fríos, calculadores y violentos con todo y todos. Suelen tener antecedentes penales, vamos que se les ve venir.
En este fenómeno de la violencia de género hay unos efectos colaterales muy graves sobre los hijos que en muchas ocasiones son testigos mudos de escenas de violencia. Esto les provoca una conmoción emocional ya que es papa y mama quienes se insultan, se pegan y sienten un sin fin de afectos contradictorios (siempre hay que evitar que tomen partido).
Otra consecuencia es como se posicionaran en sus relaciones de pareja ya que son inevitables las identificaciones con los modelos parentales: Los niños con el padre y las niñas con la madre, pudiendo llegar a ser futuras víctimas o verdugos.
Algunas reflexiones sobre mi práctica y mi orientación psicoanalítica
Primero me gustaría señalaros las paradojas de la ley, como indica Walter Benjamín existen puntos de impasses para que el derecho regule lo que él nombra como la violencia originaria. A pesar de la aparición de la ley el número de muertes de mujeres a manos de su agresor, incluso con ordenes de alejamiento, parece no disminuir como se esperaba, es más, aumentan y han tenido que introducir cambios en la reciente ley ya que en muchas ocasiones las denuncias son retiradas, volviendo las victimas con sus agresores como sucede en las casas de acogida, cuyas estadísticas dan que pensar. La ley se hace necesaria pero se torna insuficiente y si uno se queda solo en este plano se corre el riesgo de victimizar en exceso y por tanto de des-responsabilizar.
A diferencia de otros seres vivos que tienden a la auto-conservación, el hombre, que esta atravesado por el lenguaje, tiene tendencia a destruirse, es lo que se conoce como pulsión de muerte desde el psicoanálisis (hay ejemplos de esto en la literatura como “El jugador” de Dostochesky o en el arte como Van Gogh, seres atormentados que se van dañando a si mismos), esta tendencia esta por fuera de la regulación de la ley y para una modificación de esta tendencia es importante que el sujeto primero la comprenda. (por eso incluso después de intervenciones de la justicia hay hombres que reinciden en su acto violento).
También comienzan aparecer situaciones del uso perverso de la ley con las denuncias falsas, lo que forma parte del entramado de la modernidad. Hay otra consecuencia de esta modernidad globalizada en relación a la emigración, sobre todo de Marruecos y Sudamérica, aumentando la demanda de atención por maltrato en mujeres cuyas parejas no hacían uso de la violencia en su país de origen. Una explicación es el cambio de roles tan inmediato que supone estar en un país europeo, en donde la mujer consigue empleo antes que el hombre quedando cuestionado su rol del cabeza de familia.
La posición femenina y masculina en lo referente al deseo y al modo de goce son diferentes (un breve inciso, estoy más de acuerdo con el feminismo de la diferencia que teorizan Amalia Varcárcel o Celia Amorós que con el de la igualdad): la mujer esta más concernida por el ser, por el don del amor y el hombre por el tener (dinero, poder, prestigio, etc…) Esta diferencia se observa bien en las relaciones amorosas donde la mujer esta más preocupada porque la quieran y al hombre le basta con tenerla, en el sentido de los bienes. ¿En que se puede convertir una relación en la que ellos temen perder su objeto y ellas temen perder su amor? Aquí comienza la trampa mortal para la mujer quien ante la promesa de un amor único y verdadero no renunciará a ese amor aunque este sea su estrago. Esta cuestión del amor sin límites en la condición femenina se muestra muy bien en una película reciente que os recomiendo (deseo, peligro) y en la literatura (hay un cuento breve de Alesandro Baricco “Sin sangre” y por supuesto los escritos místicos de Santa Teresa y San Juan de la cruz).
Como veis es fundamental que la mujer subjetive la experiencia en la que esta atrapada porque es la posibilidad de poner freno a esa trampa mortal que supone amor, maltrato y sexualidad. Esto lleva un tiempo y no conviene precipitarla a tomar decisiones que no ha elaborado, esto puede suponer el paso al acto del agresor y el posible asesinato. El amor es con límites, con pérdidas, desencuentros, que se van anudando, para respetar la alteridad del otro, su diferencia.
En mi práctica clínica he atendido casos de alto riesgo en donde, por ejemplo una paciente, una vez iniciados los trámites de separación y con un niño de corta edad, tenía que seguir literalmente durmiendo con su enemigo. Tardamos casi un año en que ella elaborara que le enredaba en esta historia para que la separación se produjera sin daños ni para ella ni para su hijo, quien tenía una buena relación con el padre. Eso si, la informe al detalle de que hacer si tenía que huir del domicilio. Hay que tensar la intervención entre lo que marca la ley de denunciar inmediatamente, me refiero a los profesionales que sabemos de un caso de maltrato, y darle un espacio de palabra para que vaya subjetivando. Si se pregunta en una primera entrevista por si es maltratada o si se actúa muy incisivamente, la mujer no suele volver con lo que es probable que continúe en la boca del lobo. Aunque hay rasgos comunes, cada mujer es un mundo y por tanto cada caso debe ser tomado uno por uno, de vez en vez.
Concluiré con una frase del libro de Pilar Zubiaur: “……Puede que mi alma se haya retirado de mi cuerpo dolorido tratando de huir de él” a lo que yo añadiría ¿Se puede llamar amor a este infierno?.
Ana Castaño (Conferencia en el colectivo trece rosas. Madrid)
(Bibliografía: “El maltrato a la Mujer”.P. Ruiz Castillo. Editorial Síntesis, Artículo de M de Francisco en la Brújula y Jornadas sobre clínica de la violencia de la sección de Madrid de EEP)
domingo, 11 de mayo de 2008
Violencia de género
Publicado por Marce en 19:36
Etiquetas: Violencia de genero
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
'En todas las culturas, épocas y países, la mujer ha sido maltratada, subyugada, en mayor o menor medida'. No sería exacto salvo desde una perspectiva etnocéntrica, hay estudios documentados sobre sociedades matriarcales donde la situación de la mujer dista bastante de tal descripción. La explotación de la mujer no es un universal, ni cultural ni histórico.
Publicar un comentario